En las últimas semanas, estamos asistiendo a la ruptura entre la actual vicepresidenta del gobierno, Yolanda Díaz, y Unidas Podemos. Todo comenzó antes del verano con el lanzamiento de la plataforma propia de Díaz, llamada Sumar, donde quería que los partidos políticos tuvieran un papel minoritario. De hecho, parecía que la que aspiraba ser la candidata de UP-IU a la presidencia del gobierno reiniciaba por su cuenta las fuerzas progresistas parlamentarias en el estado español.

Cierto es que el proyecto Sumar se encuentra en una etapa incipiente, en un proceso de escucha que aún no ha finalizado, pero desde UP ya dan por hecho que terminará formalizándose como partido político para concurrir a las generales. Las tensiones han llegado a tal punto que uno de los fundadores de Unidas Podemos, Pablo Iglesias, le ha pedido públicamente «respeto para los militantes» de la formación morada. En este sentido, el propio Iglesias le ha recordado que Podemos la hizo vicepresidenta.

El cabreo de Pablo Iglesias viene precedido, entre otras cosas, del célebre acto que reunió a Yolanda Díaz en Valencia con Mònica Oltra (Compromís), Mónica García (Más Madrid) y Ada Colau (BComú), donde no se invitó a Ione Belarra, actual secretaria general de Podemos, ni a la ministra Irene Montero. Desde Podemos también culpan, en cierto modo, a los cantos de sirena que se lanzan desde la progresía española para que Yolanda vuele sola.

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